Saludo de nuestro nuevo Capellán

En el día del inicio de la Cuaresma, os ajuntamos el siguiente escrito de nuestro nuevo Capellán, don Diego Romera Fernández.

«Queridos Hermanos y Hermanas de la Cofradía Luz y Vida, dirigiros unas palabras, para presentarme ante vosotros como vuestro nuevo Capellán. 

Me llevé una sorpresa cuando D. Fernando me pidió si quería ser Capellán vuestro, la verdad es que no se me había pasado por la cabeza (no sé si sabréis que vengo de un monasterio cisterciense que se llama Santa María de Huerta en la provincia de Soria, y estoy en la diócesis discerniendo mi vocación como sacerdote diocesano). Una vez que se ha hecho la elección, me encuentro con dos sentimientos, por una parte alegría, por poder caminar junto a vosotros en la fe y por otra un cierto miedo ante la inexperiencia, por mi parte, en este campo de la capellanía en una Cofradía. 

Si no me equivoco vuestra Cofradía surgió de la necesidad de orar por todos los cofrades difuntos de la Semana Santa de Zamora, que creo que será rezar por todos los difuntos de Zamora pues, a mi parecer por lo que voy viendo, poca gente hay que no pertenezca a alguna Cofradía. El nombre de la Cofradía no podía ser más acertado “Hermandad Penitencial de Nuestro Señor Jesús de Luz y Vida”.

Jesucristo, que ante la oscuridad de la muerte es “Luz” que la ilumina, como en la Vigilia Pascual cuando se enciende el cirio en la oscuridad de la noche, rompiendo las tinieblas. Y esa Luz no se queda sólo para la muerte, sino también para nuestra vida de cada día, porque siguiéndole a Él no nos equivocamos, Él ilumina tantas situaciones en nuestras vidas que nos sumen en la oscuridad llámese enfermedad, incomprensiones, soledades, problemas económicos, en las relaciones con otras personas, etc. 

Y Jesús es “Vida”, porque con su resurrección ha vencido a la muerte, ha derrotado su poder, quedándose, en vez de un muro impenetrable, en una puerta que nos lleva a la vida eterna, la muerte ha perdido su aguijón. Jesús es Vida, también en nuestra vida cotidiana, porque en Jesús encontramos la verdadera vida, a veces nos parece, que aunque estamos vivos, vivimos como muertos, nos falta paz, certeza de que nuestra vida cuenta para algo, nos encontramos desanimados y como separados de Dios. Sin embargo, Jesús vino a la tierra para que podamos tener la vida abundante que Dios desea para nosotros. Con su vida Jesús nos mostró cómo vivir, qué prioridades tener, cómo actuar. Gracias a Él tenemos acceso a la vida que el Padre había deseado para nosotros desde el principio: una vida en amistad con Dios, disfrutando de su presencia por siempre. 

Bueno, Hermanos y Hermanas, no me quiero enrollar demasiado, solo desearos y desearme que el tiempo que esté con vosotros sea un tiempo de enriquecimiento mutuo, de caridad fraterna y de crecimiento en la fe. Quedo a vuestra disposición.«

Diego Romera.

 

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